24 mar 2011

Grandilocuencia.



Él siempre fue especial, en todo el sentido de la palabra. Mientras contemplaba la inmensidad del mar que se extendía a lo largo de la Playa de Bolonia, y disfrutaba de un gran porro de marihuana y de un termo con té clásico con leche y extra de azúcar, pensaba en las 1001 cosas que nos rodeaban, que pasaban por nuestra vida sin apenas prestarles atención, mientras le buscaba una explicación a su existencia, a todo lo que le acontecía, deleitado con la formas, colores y pequeños detalles en los que nunca se fijaba. Siempre mirando al cielo, buscando su fusión con el mundo, con el universo. Siempre fue especial.

Nunca llegó a obtener respuestas claras, vagó por la vida según sus instintos, huyendo cuando se sentía presionado por sus compromisos adquiridos, relajándose cuando su corazón y su mente colaboraban para darle estabilidad efímera, consciente y deseada. El amor no jugó un papel más en su vida, fue importante, pero más lo era su libertad, su filosofía de vida, que consistía simplemente en vivir. Siempre fue especial.

Fue único, fue amado y valorado, inolvidable para todos los que le conocieron, intachable de cualquier agenda que te permitiera seguir localizándole porque siempre fue especial, y como tal, nunca nadie le quería lejos, siempre cuanto más cerca mejor.

Ahora no tiene hogar fijo, es un ciudadano del mundo, de toda cultura y toda raza, ya ha pasado mucho tiempo desde que le conocí y aún, cuando me acuerdo de él, puedo imaginármelo con un porro en la mano, sonrisa radiante y acogedora en la cara, y esos ojos que tanta paz y cordura trasmitían. Nunca fue un loco que dio tumbos durante una vida sin sentido, únicamente fue eso, especial.





Jearci Brown

Jearci Brown
Hoy han de llover estrellas porque no he de llorar por penas, hoy te haré el amor? yo, el enamorado poeta con letras de mil poemas mientras el sol paga su condena.

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