Ha pasado ya algún tiempo desde que le vi por primera vez, aunque no sé con certeza cuanto. Ese primer momento se aferró con uñas y dientes a mi memoria, mas cómo podría olvidarlo, cómo podría evitar no pensar que me perdí en lo más profundo de sus ojos claros, que en ese margen de tiempo acaricie su ser y lo hice parte del mío propio.
Le he vuelto a ver desde entonces y en silencio disfrutaba de su aroma y me regocijaba con el calor de sus roces involuntarios. Sin embargo, en mi interior siempre deseé que dejaran de serlo, que sus manos exploraran cada centímetro de mi cuerpo y poder sentir sus leves hálitos muy cerca de mi piel.
Cuando estaba cerca de él siempre supe y percibía que sus ojos buscaban los míos y, en ocasiones, me ha parecido que nuestras miradas se cruzaban efímeramente. Siempre de manera intencionada.
Creo que nunca podré saber si estaba o no equivocado.
He imaginado tantas y tantísimas cosas en las que siempre está presente, cómo no iba a estarlo, si forma parte de mi vida, si se ha adueñado de cada pensamiento que cruza mi cabeza, si cada letra de su nombre ronda insistentemente por mi mente dibujando su rostro y haciendo que se cuele cada vez más y más adentro.
Algunas veces me he topado soñando despierto y casi es como si lo estuviera tocando o viendo. Odio cuando pasa eso, porque al darme cuenta de cuál es la realidad, mi corazón se desgarra y una tristeza infinita me acuchilla sin darme tregua. En momentos como esos desearía poder dejar de desear, pero estaría deseando y entonces todo deja de tener sentido.
Siempre he pensado qué le diría si tuviera la oportunidad de hacerlo y la respuesta es siempre la misma: le besaría, le abrazaría y le miraría a los ojos para que pueda ver que todo mi ser lo espera con ansias, que deseo perderme en la inmensidad de sus ojos claros, y sentir sus labios sobre los míos, también le diría que deseo que me haga suyo, de todas las maneras existentes.
Son sólo sueños y anhelos que se quedan en nada cuando abro los ojos y es por eso que he decidido dejarlos cerrados para no tener que afrontar que sólo es fantasía, para que no duela no tenerle, así al menos podré disfrutar de su compañía y quién sabe, quizá y sólo quizá, algún día lo ficticio deje de serlo y los cimientos de un amor imaginario se conviertan en la más grande de las fortalezas.