Mi queridísimo amigo:
No quiero que tomes esto como un ataque o como un reproche porque las palabras que vas a leer cierran hoy, perpetuamente, una puerta que abrimos mucho tiempo atrás juntos, son palabras de desahogo, son palabras que, como todo, terminarán por desaparecer para dar paso a otras nuevas, que contarán nuestras nuevas vidas que proseguirán su curso paralelamente mas sin volverse a cruzar. Esto es para ti:
Le prendí fuego a tus recuerdos y esparcí las brazas tras tus pasos para ver si, al mirar atrás, las llamas consumían tu conciencia y llenaban de llagas tu cuerpo pero, ni de ese modo, podrías sentir el dolor que viví cuando tuve que recoger los trozos que dejaste cuando te alejaste de mi lado.
Odio, rencor, nostalgia, amor y otra infinidad de sentimientos destrozaban cual tornado todo lo que yo era, mas al final conseguí aplacarlos uno por uno y enterrarlos muy hondo y, junto a ellos, cabe tu tumba y aniquilé todo lo que quedaba de ti en mí para dejarlo allí y nunca más volver a mirar atrás.
Te amé y, por primera vez en mi vida, te odié.
Dulce sentimiento es el odio, nunca antes experimentado en mi propia piel, fácil perderse en él y delicioso gusto que deja en las entrañas cuando destripa algo tan bello como lo que había entre tú y yo. Sin embargo, con el paso el tiempo, pude dominarlo y dejarlo en el pasado como otro de mis muchos recuerdos.
Te olvidé, a medias, porque para bien o para mal, siempre formarás parte de lo que soy ahora, parte de mis recuerdos más hermosos pero, especialmente, porque fuiste el causante del dolor y la pena más grandes que han azotado mi existencia y, lamentablemente, las cicatrices que dejaron están grabadas con fuego y olas de lágrimas en mi ser. A pesar de ello, no me arrepiento de haberme entregado de la manera en que lo hice cuando me sentía tuyo, de haberte amado con ceguera y sordera ni de haberte dado lo que jamás podré darle de nuevo a nadie, la inocencia y la pureza del primer amor. En cierto modo creo que una parte de mí siempre, sin importar lo que pase, será tuya.
Ahora, todo mi “Yo” se encuentra en barbecho, y la paz y la tranquilidad se han adueñado de todo cuanto me rodea, protegiéndome de ti y de cualquier otro ser que intente entrar en un lugar que reservo sólo para mí, mi corazón. El perdón siempre llega, el olvido suele tardar más, pero finalmente siento que las costuras que tuve que remendar de lo que quedó de mí son más fuertes de lo que han sido nunca.
Te perdono y, también, a tus mentiras y a tus juegos maquiavélicos y fríos, a tu cobardía y a tu necedad, a tus infinitas ganas de querer amarme cuando tu corazón ya no las tenía, te perdono por tus falsas caricias, tus palabras vacías, por tus gestos fingidos, por tu falta de inocencia, por enredarme con excusas ficticias y me perdono a mí mismo por dejarme engañar, por fingir que te creía cuando sabía que no había verdad en lo que decías, me perdono por dejarme aplacar, me perdono por no ser quien era, por mi propia cobardía para afrontar la realidad, por arrastrarme ante ti y por conformarme con lo restos que eras capaz de darme. Y, también, me aplaudo por haber sido capaz de enfrentarme a ti aún cuando no tenía fuerzas, por haber vuelto a ser quien era, y te aplaudo porque conseguiste hacerme sentir vivo y te aplaudo, anticipadamente, por el ser en el que sé que te convertirás, pero sobre todo te aplaudo porque perdiste el tesoro más valioso que alguien puede tener: el amor que alguien como yo te entregó una vez.
P.D Gracias por esos momentos que vivimos juntos alguna vez y espero que el tiempo consiga hacer de nosotros los mejores amigos jamás conocidos.
Recibe el más cálido de los abrazos.
Dulce sentimiento es el odio, nunca antes experimentado en mi propia piel, fácil perderse en él y delicioso gusto que deja en las entrañas cuando destripa algo tan bello como lo que había entre tú y yo. Sin embargo, con el paso el tiempo, pude dominarlo y dejarlo en el pasado como otro de mis muchos recuerdos.
Te olvidé, a medias, porque para bien o para mal, siempre formarás parte de lo que soy ahora, parte de mis recuerdos más hermosos pero, especialmente, porque fuiste el causante del dolor y la pena más grandes que han azotado mi existencia y, lamentablemente, las cicatrices que dejaron están grabadas con fuego y olas de lágrimas en mi ser. A pesar de ello, no me arrepiento de haberme entregado de la manera en que lo hice cuando me sentía tuyo, de haberte amado con ceguera y sordera ni de haberte dado lo que jamás podré darle de nuevo a nadie, la inocencia y la pureza del primer amor. En cierto modo creo que una parte de mí siempre, sin importar lo que pase, será tuya.
Ahora, todo mi “Yo” se encuentra en barbecho, y la paz y la tranquilidad se han adueñado de todo cuanto me rodea, protegiéndome de ti y de cualquier otro ser que intente entrar en un lugar que reservo sólo para mí, mi corazón. El perdón siempre llega, el olvido suele tardar más, pero finalmente siento que las costuras que tuve que remendar de lo que quedó de mí son más fuertes de lo que han sido nunca.
Te perdono y, también, a tus mentiras y a tus juegos maquiavélicos y fríos, a tu cobardía y a tu necedad, a tus infinitas ganas de querer amarme cuando tu corazón ya no las tenía, te perdono por tus falsas caricias, tus palabras vacías, por tus gestos fingidos, por tu falta de inocencia, por enredarme con excusas ficticias y me perdono a mí mismo por dejarme engañar, por fingir que te creía cuando sabía que no había verdad en lo que decías, me perdono por dejarme aplacar, me perdono por no ser quien era, por mi propia cobardía para afrontar la realidad, por arrastrarme ante ti y por conformarme con lo restos que eras capaz de darme. Y, también, me aplaudo por haber sido capaz de enfrentarme a ti aún cuando no tenía fuerzas, por haber vuelto a ser quien era, y te aplaudo porque conseguiste hacerme sentir vivo y te aplaudo, anticipadamente, por el ser en el que sé que te convertirás, pero sobre todo te aplaudo porque perdiste el tesoro más valioso que alguien puede tener: el amor que alguien como yo te entregó una vez.
P.D Gracias por esos momentos que vivimos juntos alguna vez y espero que el tiempo consiga hacer de nosotros los mejores amigos jamás conocidos.
Recibe el más cálido de los abrazos.