3 dic 2015

Café para dos.

Me había despertado muy pronto esa mañana, quería que todo fuese perfecto para él. Recuerdo que mientras me lavaba la cara y me peinaba un poco la telaraña que llevaba por pelo, dejé puesta una cafetera. Luego, entré de nuevo en la cocina, cogí dos tazas y serví el café solo, con muy poca azúcar como a él le gustaba; entré al salón, le extendí la mano donde llevaba el suyo y, posteriormente, le abracé y le felicité. Mi padre cumplía cuarenta y cuatro años.

Salimos a desayunar una vez que mi hermana pequeña se había despertado y preparado. Ella es como una marmotita, si la dejas puede dormir horas y horas... . Estuvimos los tres juntos y, lo cierto es que lo pasamos muy bien. Hacía tiempo que no veía tan contento a mi padre. Volvimos a casa y, mientras ellos se repantigaban en el sofá, yo me cambié para irme a trabajar. Cuando cruzaba la puerta, escuché a mi padre decir que me esperarían para cenar juntos en casa. La tarde fue insufriblemente larga pero como todo, llegó a su fin y yo regresé a casa. Antes de encender el coche, comprobé mi móvil mas no tenía ninguna llamada ni tampoco mensajes.

Tardé más o menos unos cinco minutos en llegar a casa y me sorprendió no ver ninguna luz encendida. Cuando entré, comprobé que no había nadie y ya que estaba solo, mi padre no contestaba al teléfono, tomé una ducha de agua caliente. La temperatura del agua precipitándose por mi cuerpo desnudo me provocaba un alivio indescriptible. Ese era mi momento favorito del día: silencio, un baño caliente y Ella Fitzgerald de fondo. Me puse el pijama ahí mismo para que no me diera frio. Salí del baño, apagué la luz y, en el tiempo en que tardaba en ir al patio a colgar la toalla, dejé un vaso de leche de soja dando vueltas como loco en el microondas.

Supuse que llegarían en cualquier momento y decidí esperarlos viendo la T.V y tomándome la leche. No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que el sueño me venció y me dormí ahí mismo.

A la mañana siguiente repetí el mismo proceso del día anterior y, al llevarle la taza de café a mi padre, me encontré con su cama hecha. Volví al salón, cogí el móvil para llamarlo pero me había quedado sin batería, así que busqué el cargador, lo enchufé y,al encenderlo, vi varías llamadas pérdidas de mi otra hermana desde Amsterdam;entonces supe que algo había pasado. Le mandé un whatsapp al que contestó sobre la marcha.

Mi padre jamás volvería a deshacer su cama.

Mi hermana pequeña estaba en casa de su abuela y, por un segundo, la tranquilidad que sentí al saberlo desapareció cuando caí en la cuenta de que tenía que contarle lo que había pasado mientras los dos dormíamos. Todo lo demás trascurrió tan deprisa: el velatorio, la prensa, las facturas que había que pagar por el entierro, la gente a nuestro al rededor intentando darnos consuelo y un largo etcétera.

A pesar de todo lo que estaba aconteciendo recuerdo ahora, un año y medio más tarde, que lo más chocante fueron los comentarios de la gente sobre mi comportamiento durante todo ese tiempo: criticaron mi falta de emoción y la ausencia total de lágrimas en mi cara, como si unos ojos anegados fuesen a poner fin al dolor. Mi madre me recalcó que me necesitaban fuerte, que yo siempre lo había sido y que ahora, más que nunca, tenía que ser un grúa y no la carga. Sinceramente, no me hacían falta esas palabras porque yo era como ella, soy como ella. Por muy mal que esté y aunque tenga el alma y el corazón rotos, nunca me he permitido que los demás se den cuenta.

Tras el entierro, volví a casa, preparé café y, cuando iba a servirlo, me derrumbé- había dispuesto dos tazas en la encimera-. Cuando conseguí recomponerme un poco, me dirigí al dormitorio de mi padre y lo metí todo en cajas. Las guardé y al día siguiente las tiré todas a la basura. No quería regalar nada y arriesgarme a toparme algún día con algo que mi padre hubiese llevado.


Mientras termino de escribir estos párrafos, en la televisión está finalizando un clásico más. Mi padre se pondría muy contento, igual que pasaba siempre, cuando veía al Barça perder.  

29 nov 2015

Etta.



Esta niebla oscura como una noche desnuda, lo cubre todo.
Todo lo cubre.
Se oyen grillos en la calle, coches acelerando y aminorando la marcha.
Ladridos lejanos,murmullos que de cerca son gritos.
De jubilo, de furia.
Es curioso como dentro de uno las palabras se revuelven.
Se estrujan entre ellas.
Así como los pensamientos y los sentimientos intentando ser ordenados.
Asimilados. Eliminados.
Cuesta concentrarse en esa tarea, porque las luces en el techo parpadean,
Las cortinas ondean y se retuercen con el viento, y de la televisión
Salen imágenes sin sonido al tener activado el modo “ mute”.
¡Cuánto cuesta ordenarse el alma!

Incluso cuando los versos fluyen de seguido
Y en tu cabeza suena el “At Last” de Etta con un ritmo desaforado
El corazón y la mente parecen estar desconectados de las manos.
Entonces llega el momento en que cierras los ojos
Los aprietas con fuerza y te concentras, en un esfuerzo inhumano.
Es la última oportunidad de sincronizarlo todo.

Las letras empiezan a bailar por el teclado
Brotan desde lo más hondo y te das cuenta de cuanto llevabas guardado.
Esa melancolía que a veces nos ahoga y no sabes procedencia alguna
Y te preguntas si es estupidez o el masoquismo que conlleva a veces la vida.
Pero te dejas fluir, dejas que tus emociones te eleven , te liberen.
Supones que es casi como una transmigración del alma
O una proyección astral que te deja ser otros, que te hace llegar a todos.
Y en el momento en el que escuchas que alguien siente como tú
y vive tu vida a través de tus letras, esa melancolía se hace más pequeña
Aunque nunca desaparece del todo,porque al igual que la niebla,

Lo cubre todo.  

26 nov 2015

Silencios en el viento.



Silencio
Mientras el viento llama a mi ventana
Y como una pequeña llama la luz de mi lámpara me arropa
Cuando arrastra mi susurro y lo suelta tras la ventana
Vislumbro a la gente fuera
Ajenos a esta quietud purgante 
Que se desliza entre mis dedos y fluctúa entre mis hojas. 

Mientras el mundo entero es ruidosa vida allá, sobre las aceras 
Aquí en medio de estas cuatro paredes blancas
Donde no hay más sonido que el de mi respiración pausada
El silencio en el viento es todo cuanto reina. 

22 oct 2015

El chico de la foto.



Una delicada cortina de gotas cubría y empapaba las casas y edificios de Barcelona; el frío se colaba a través de las rendijas de puertas y ventanas, era un día con temperaturas anormales para la temporada. Él ya estaba en pijama, en medio del salón de la casa de una de sus mejores amigas, delante del portátil mientras en la TV echaban un capítulo repetido de Aída. No se escuchaba prácticamente nada en la calle, salvo el eco de algún que otro coche que pasaba a toda velocidad por la Ronda o el silbido del viento que descendía por la montaña de atrás.

Algo había cambiado desde que saliera por la mañana en esa casa; en su ausencia habían movido cosas que él juraba no estaban en ese estado antes de marcharse: una de las persianas de la habitación estaba subida, su neceser estaba revuelto, el cable de la Play Station 3 estaba desconectado y un olor diferente impregnaba cada rincón y se cernía sobre la estancia como una sombra pesada que le provocaba desasosiego. Sabía que alguien estaba ahí afuera rondando, era como si sintiera sus ojos posados en él a través de las paredes, ese mero pensamiento le ponía los pelos de punta y, pese a que trató de evitar dejarles espacio para vagar por su mente, el ruido de un juego de llaves moviéndose fuera de la entrada del piso y la perra de su amiga pegada a la puerta le hicieron levantarse del sofá y trancar hasta la última de las ventanas.

Procuró leer para distraerse y cuando su mente dejó un rato de lado esos pensamientos, empezó a notar como su estómago le reclamaba algo de comida. Le estaba dando buena cuenta a su sandwich de pechuga de pavo y queso, con la mente totalmente despejada y tranquila, cuando de nuevo las llaves y el sprint de la perra hacia la puerta le hicieron levantarse para mirar a través de la mirilla. No había nadie. Trató de convencerse a sí mismo de que sería algún vecino entrando a su casa y pese a que no sirvió de mucho, le relajó lo suficiente para terminar de cenar e irse a la cama.

Eran poco más de la una de la mañana cuando abrió lentamente los ojos, una respiración ajena a la suya estaba deambulando por los recovecos del salón. No era la perra- desechó ese pensamiento en cuanto la vio acostada a su lado a los pies de la cama-. No sabía muy bien si debía levantarse a comprobar de qué se trataba o si debía hacer caso omiso y permanecer donde estaba e intentar volver a dormirse. Tras darle algunas vueltas decidió optar por la segunda alternativa. Se quedó inmóvil, a la espera de que el sueño volviese a apoderarse de su ser, aunque fue un intento fallido. Se dio media vuelta y entreabrió los ojos.

Una silueta grande, de un hombre fuerte, le estaba observando desde la puerta del baño, con una respiración pausada y controlada. No gritó ni se movió ya que no sabía si quien quiera que fuese podía ver en esa relativa oscuridad que tenía los ojos medio abiertos. Permaneció así durante casi una hora. Al principio rezaba para que todo aquello fuese el resultado de sus nervios mezclados con la falta de luz y justo cuando empezaba a autoconvencerse de que así era, lo que fuera que estaba ahí con él se movió. Avanzó lentamente en dirección a la cama , él permaneció inmutable y quieto mientras sentía el peso de su cuerpo sentarse en la cama, mas no le miraba. Ya no. Tenía la mirada puesta en algún punto en la pared. Él dirigió la suya hacia el lugar exacto donde tenia puesta la atención el intruso y, a pesar de no ver nada, sabía que era lo que observaba con tanto detenimiento. En el tocador, justo en frente, reposaba la foto de su amiga abrazando a su novia.

Se quedó en esa posición durante casi lo que restaba de noche; a él le dolían los muslos como consecuencia de los pellizcos que se daba cada cierto tiempo para mantenerse alerta. Estaba preparado para que se abalanzara sobre él en cualquier momento pero no ocurrió nada. A la madrugada , con los primeros rayos del sol asomando , se levantó de la cama y escuchó como la puerta se abría y salía de casa. Se obligó a contar hasta 60, exactamente un minuto que era lo que se podía tardar en salir del edificio. Cuando llegó al último número saltó de la cama, trancó de nuevo la puerta, llamó a la policía y se sentó a esperar a que llegaran.

La policía tomó nota y revisó toda la casa en busca de algo extraño, pero no encontraron nada. Sin embargo, justo antes de que el último agente saliera de la casa, sus ojos se clavaron en una foto de la entrada donde, entre un grupo de gente, estaba su amiga con su pareja y, a su lado, sentado con una sonrisa de oreja a oreja, la silueta de ese hombre a vivo color. Estaba seguro de que no se equivocaba. Era él. No podía olvidarse de la forma de su contorno. Le miró durante largo rato mientras el policía hablaba con su amiga para intentar conseguir el nombre del chico de la foto.

Uno de los agentes que fueron a la casa decidió quedarse allí a pasar la noche, escondido en el mismo lugar donde creía que había permanecido oculto el intruso. Él tenía que hacer como si no hubiera pasado nada ya que cualquier comportamiento fuera de lo normal podía poner sobre alerta a quien quiera que fuese el que había estado allí con él la pasada madrugada. Al caer la noche y agotado física y mentalmente, se metió en la cama algo más tranquilo gracias a la presencia del policía escondido en un espacio diminuto en el cuarto de baño. No pudo dormirse, así que pudo escuchar como el intruso volvía a entrar en la habitación con la misma respiración taimada y el mismo peso de su presencia envolviéndolo todo. Había dejado el móvil debajo de las mantas, desbloqueado y con el número del policía en la pantalla para poder darle aviso. El agente tenía su teléfono en silencio y cuando empezaba a quedarse dormido, el aparato vibró con estrépito. Salió lo más sigilosamente que pudo y, una vez en el borde la puerta, justo antes de cruzarla, encendió la luz y sacó rápidamente su arma. A partir de ahí todo sucedió tan deprisa que apenas recordaba nada.

Tan solo tenía pequeñas puntadas: el intruso se puso de pie e hizo el amago de salir corriendo en dirección a la puerta. Lo único que recordaba con claridad era su llanto y su voz intentando explicarse desesperadamente.

La policía se lo llevó detenido y, una vez realizados los trámites pertinentes, le pusieron al tanto de lo que habían averiguado:-nos ha dicho que es amigo de la pareja de su amiga y cuando supo que usted iba a ocuparse de la casa y a quedarse allí cuando su amiga trabajaba se había enfurecido- le dijo el policía en un tono neutro-, sintió que usted iba a usurpar y a quitarle los momentos que el esperaba con ansia cada semana puesto que era cuando podía dormir en la cama donde la pareja de su amiga dormía, beber de los vasos donde bebía, oler su perfume, acariciar su ropa...- el tono tranquilizador del policía había desaparecido para tonarse oscuro y pesado-. Había decidido quitarlo de en medio esta noche, la anterior había entrado en la casa y sopesado como se sentía con usted en la misma habitación y aunque deseó llevárselo cambio de parecer por si acaso usted decidía dejar la casa una vez tenía el miedo metido en el cuerpo y la certeza de que habían estado con usted allí, cuando era más frágil y vulnerable.


Ha tenido mucha suerte- le dijo el policía mientras cruzaba la puerta-. Las piernas le flaquearon y tuvo que sentarse en el descansillo. Esa misma mañana salió de la casa.

11 oct 2015

Nada.

Los días se vuelven más cortos,
Allá arriba, entre las nubes grises  y sobre las gaviotas,
Sobrevuela tu nombre en mi mente, absorto.

Un intento tras otro,esfuerzo sobre sobreesfuerzo
Y como resultado, nada.
Sentimientos intactos, la misma lujuria.

Las dudas y los miedos permanecen inmutables,
como el esqueleto bajo la piel humana,
cambia el tamaño, las proporciones, pero al final resulta ser lo mismo.

Tú, solo tú.
El único, incluso aunque nunca te detengas a mirarme como yo te miro.

Tú, castigo y recompensa,
Inspiración y desesperación.
El único, incluso aunque nunca me sientas como yo te siento.

2 sept 2015

XXXXX

Es que a veces al verte me gustaría salir corriendo y perderme entre tus brazos.
Que en lugar de un saludo fuese un beso lo que recibieras de mis labios.
Es que a veces al verte es como si del cielo el agua cayera helada
Tanto que de mi cuerpo se hiela hasta el alma.

Si pudiera adivinar lo que discurre por tu mente
Si pudiera averiguar si sabes que es sobre ti lo que versan mis letras
Si tan solo pudiera....
Esta noche detendría el universo, evaporaría los testigos y me pondría a tu vera.

Si tan solo supieras...
Si tan solo supiera ...
Si tan solo pudieras...
Si tan solo pudiera...

¿Me confiarías tu alma?
¿Aceptarías la mía?
¿Me besarías al alba?
¿Te decidirías a disipar tus dudas?
¿Me darías la oportunidad de borrarlas?

Si tan solo supiera
No pasaría un solo día más alejado de tu lado.

Si tan solo supieras
Que eres tú lo que más amo.


27 ago 2015

Tu nombre que comienza en bonito y termina en abismo.

Son poco más de las tres de la tarde
Y el sol se cuela silencioso a través de las ventanas
Poco a poco noto como mi rostro reclama su caricia
Es casi como si mi cuerpo entero estuviese hibernando
Y tuviese la necesidad imperiosa de su abrazo cándido.

Las manecillas del reloj se posan en las tres y cuarto
Y tu nombre que comienza con "bonito" y termina en "abismo"
Reverbera en mis oídos pronunciado en tu tono cálido.

Han pasado poco más de dos horas,
Y el sol levita espléndido en medio del cielo azul
El corazón me da un vuelco, sabe que se aproxima un nuevo encuentro.
Una nueva oportunidad para contemplarnos sin tocarnos,
Para callar cuando debemos y hablar cuando podemos.

Son las siete de la tarde
Y el sol comienza su paulatino descenso
Yo recojo mis cosas, es hora de decir hasta luego.
Y mientras mis labios te dicen: adiós,
Mi corazón te grita: quédate para siempre.


20 ago 2015

Huella

Qué inmensidad la de tus ojos verdosos,
que resbalaban por mi cuerpo antes de dibujarlo con tus dedos.

Qué dicha la de mis labios al besar tu cuello,
sintiendo con mis manos erigir con fuerza tu mayor secreto.

Qué delicioso resultaba el calor de tu cuerpo sobre el mío,
uniéndose por vez primera a salvo de escrutinio. 

Qué conexión más pura la de mis versos con los tuyos,
que vieron nacer el lazo entre dos seres ajenos. 

Qué facilidad tuviste para dejar tu huella impresa,
Fundiéndose con el aire y diciendo adiós con el alba nueva.

25 jun 2015

Letras sobre un papel en blanco.

Incluso en medio de esta tranquilidad inmensa, puedo escuchar tu voz.
Parece que este cielo medio gris-medio azul se mimetiza con mi corazón.
Hoy me da la sensación de que la marea nerviosa siente mi dolor.
Hasta las palmeras dobladas por el viento se convierten en mi espejo.

En medio de este raro día de verano,
Puedo ver nuestros pies caminando juntos por la arena.
Nuestros labios pronunciando al unísono el nombre del otro.
Y nuestros cuerpos respondiendo al cálido impulso del gozo.

Sin embargo, la realidad golpea con crudeza al levantar la cabeza
Al despojarla del sosiego de estas páginas garabateadas.
Ya que hoy no hay nombres
Así como tampoco pies descalzos ni cuerpos desnudos.
Solo un cielo cada vez más gris...

Únicamente un día más oscuro.



18 jun 2015

Tan solo una




Hazme una señal
Tan sutil que pase inadvertida entre la multitud
Tan fugaz como un relámpago en medio de la tempestad.

Podrías situarte a mi lado
Y rozar tu hombro con el mío
O mirarme directamente a los ojos
Pero no verme sino mirarme
De la misma manera que yo miro los tuyos.

Podrías. también. posar tu mano en mi espalda
O sonreírme cuando estemos frente a frente
Podrías hacerlo de tantas maneras
Y, sin embargo, ninguna llega.

No hacen falta palabras, cartas o mensajes secretos
Solo una señal que me diga que para ti existo
Entonces seré tuyo y tú mío , sin ser dueños
Tan solo seremos cómplices y libres.

Cómplices de la belleza que la luz del sol otorga al puerto
Libres para andar y desandar el camino, incluido el de regreso.

Puede que yo sepa ese día
Al bajar las escaleras y cruzar la puerta
Mientras el sol se oculta a mis espaldas
Que tú estarás, ahí, de pie, esperando mi llegada.

11 jun 2015

Idilio

Beber de tu más puro manantial 
Otorgaría realidad a este idilio 
Reunificaría las piezas rotas
Justificaría esta angustia constate sí, 
Amarnos fuese el principio del camino.

Ocasionalmente pienso
Si de poder ser
Soñarías conmigo alguna noche
O si pronunciarías mi nombre en voz queda, yo
Río ante esta posibilidad agridulce e, 
Intento borrar esos pensamientos de mi mente...
O bien, podrías transformar el idilio en realidad. 

6 jun 2015

Si tan solo supieras.



Te echo de menos.
Lo sé.
Sé que lo hago porque tu rostro es cuanto deseo ver
Porque tu voz es cuanto deseo oír

Te añoro.
Lo sé.
Sé que lo hago porque cuando no estás siento que se me escapa la vida
Porque es tu mano a la que quiero unir la mía.

Te extraño.
Lo sé.
Sé que lo hago porque es tu nombre el que acude a mi al despertar
Porque son tus labios el tesoro que deseo guardar.

Te anhelo.
Lo sé.
Sé que lo hago porque creo que tú también sabes que es así.
Porque es tu alma la que quiero vivir.

Te quiero.
Lo sé.
Sé que lo hago porque eres el universo que deseo explorar
Porque eres tú quien llegó donde ninguno otro pudo entrar.

31 may 2015

Te irás cuando se vaya la primavera.



Quizás debería enfrentar hoy la realidad
Ahora que todavía el sol calienta arriba
Mientras los pájaros vuelan y cantan libres
Bajo el ladrido desesperado de los perros callejeros
Y el ir y venir de las olas cuando sube la marea.

Sé que no estarás, que nunca has estado.
Y, sin embargo, eres como la raíz que no se puede ver
Creces y creces
Haciéndote grande en la clandestinidad.
Dejándose sentir solo cuando está bien cimentada.
Cuando es imposible de arrancar sin que duela.

Entonces es cuando pienso en cómo detenerte
Y a pesar del dolor, siento que no quiero
Que prefiero padecer y de algún modo tenerte
Y, en ese preciso instante, recuerdo el olor a salitre
La mesura del agua fría bajo mis pies
A los alisios rodeándome, aislándome del mundo
Como intentando arrastrarme lejos de ti.

A modo de freno clavo mis píes en la arena e,
Introduzco el rostro en las frescas aguas atlánticas
Con el calor primaveral ardiendo y envolviéndolo todo
Y ahí, en medio de la cálida arena y el mar frío
Me siento a esperar a que pase la primavera
Al alivio que espero sentir con el primer día de verano
A que la primera ola que golpee mi cuerpo te lleve consigo
Y deje en barbecho la parte que te lleves contigo.  

27 may 2015

En tus manos



¿Pasaría algo si has llegado?
¿Se detendrían las nubes o el viento?

¿Qué ocurriría si te dejase entrar?
¿Avanzarían, entonces, las personas hacías atrás?

Y si te has colado ya,
¿Cerrarás acaso las cortinas para que no entre la luz?
¿Bloquearás la puerta y te convertirás en su guardián?

Si decido amarte,
¿Encontraré tu mano enlazada a la mía para enfrentarnos al mundo?
¿Abdicará tu ego para cederme el trono?

Si te amo,
¿Hallaré, al fin, mi rostro reflejado en tus ojos?

24 may 2015

El arte de recordar llega al caer la noche.




Quería escuchar su voz esta mañana, no sé a ciencia cierta por qué pero tenía una increíble necesidad de que eso pasará. Lo único que pude escuchar fue al gallo que hay tres casas más abajo, metido en un corral mal hecho por donde rondan unos cuantos gatos callejeros que, probablemente, ansían darle buena cuenta. No es precisamente el despertar más agradable.

Como siempre o, como casi siempre, me levanté nada más escuchar a mi emplumado despertador y mientras hacía las cosas propias de la primera hora del día, dejé la cafetera en marcha. El olor a café recién hecho es uno de los aromas que deseo impregnen mi casa a todas horas. Tras la ducha, me vestí, no sin antes revolver el ropero que día a día tengo que rehacer, y me senté delante de la TV a ver qué se cocía ese mañana por el mundo, claro está que con mi taza de café en mano.

A pesar de que todo ese ritual me resultará reconfortante y más que placentero, su voz seguía sin estar. Ni siquiera grabada en mi cabeza; mis oídos habían desoído su tono, lo habían eliminado y yo moría de ganas por recobrarlo y reproducirlo una y otra y otra vez.

Llegué a mi trabajo y todo el mundo sonreía en un ambiente displicente y relajado, era como si la estancia entera estuviera barnizada con una capa de felicidad inexplicable y vírica. Fue imposible no enseñar mis dientes imperfectamente alineados en un afán de mimetismo con mis colegas. Una vez dispuesto a trabajar, me pusieron al día de lo que me esperaba esa jornada y me encomendé a mis obligaciones concienzudamente. Llegó la hora del almuerzo mas no me había dado cuenta de ello hasta que uno de mis mejores amigos se acercó para avisarme. Marché con él, su presencia era como un baño de agua tibia , me conducía de una manera inverosímil a un estado de paz y letargo, pero algo ocurría esa media mañana porque más que gustarme me molestaba.

Habló , mucho, muchísimo, más de lo que cualquier otro ser humano podría pero yo no lo escuchaba. Sin embargo, algo me trajo de vuelta mas era imposible, yo lo sabía; era materialmente imposible. Su rostro, en la cara de uno de los transeúntes que caminaba por la calle a toda prisa. Mis ojos siguieron su espalda hasta que se perdió entre la muchedumbre y al regresar de nuevo la mirada a la mesa, vi posada la mano de mi compañero sobre la mía.

Salimos de la cafetería, cogimos el ascensor y, una vez en nuestra planta, terminamos la jornada. Yo me despedí con un “hasta luego” general y regresé a casa.

Metí las llaves en la cerradura, quité el pestillo y entré mas no era mi casa. Sí, era el sitio donde me había despertado esta mañana aunque todo era extraño: mi sofá no era mi sofá, mis platos no eran del mismo color, el espejo de la entrada no estaba, ni mis lámparas sobre las mesitas de noche eran las mismas. Todo era distinto. Todo estaba al revés.

Me senté en ese incómodo y feo sofá a esperarle. No tardará más de diez minutos en cruzar la puerta-me dije a mí mismo-. Transcurrió mucho más y sin darme cuenta me quedé dormido, para cuando abrí los ojos ya empezaba a caer la tarde y estaba solo. Entonces tomé la decisión de llamarle, agarré el móvil y, justo antes de marcar, leí los “whatsapp” que me habían llegado. El primero que abrí fue el de mi compañero diciéndome que mañana pasaría por mi a primera hora para ir juntos al trabajo. El segundo era de mi madre, preguntándome cómo me estaba adaptando a mi nueva casa y si me encontraba bien.

-¿Cómo que mi nueva casa?- Fue lo primero que pensé-. Esta mujer está como una cabra-. De repente, como si de un golpe en seco se tratase, sentí como el aire  me abandonaba, ¿dónde estaba su voz? ¿por qué no había llegado aún? Y entonces empezaron a encajar las cosas. Pequeños flashes discurrieron por mi mente a toda velocidad: el despacho, la cocina en silencio, yo buscándolo por el pasillo, la cuerda, sus pies levemente elevados sobre el suelo, los días en casa de mi madre, una infinidad de sombras negras caminando a mi alrededor, las cajas amontonadas... .Pero él ya no estaba. Me vi solo en medio del salón rodeado de unas paredes en las que no sabía eran mi nuevo fuerte, en un hogar vacío de recuerdos y plagado de nuevos olores, rincones y secretos desconocidos.


Entonces lo recordé y, mientras el mundo entero se paraba a mi alrededor, supe que su voz se había despedido de mí la última noche en que dormimos juntos.   

23 may 2015

Sin nombre



No sé a ciencia cierta si sus ojos me miran
Tal vez solo se pierdan en el horizonte
Allá donde,tras el cristal, el sol calienta cada tarde la sala.

No sé si mis ojos viven en continuo sueño
Tal vez solo se pierden dentro de los suyos
En el lugar desde donde me gustaría ver el atardecer.

No sé si su cara seria es costumbre o disimulo
Si su expresión de enfadado es límpido antifaz
Si es profesionalidad, timidez o la mezcla de ambas
Solo sé que me gustaría leer su alma una y otra vez.

No sé si algún día nuestras miradas encontrarán el punto exacto
Desde donde puedan ver juntas al sol dormir
Tal vez una tarde o una noche la revelación se dé
Y esa mirada sería y ese gesto adusto
Se transformen en una sonrisa infinita.

En mi cálido atardecer.  

12 may 2015



Sentí el roce de su piel sobre mis rodillas
El tacto de sus manos deslizándose grácil en mi espalda,
Contemplé de cerca sus ojos profundos y oscuros
El olor de su cuerpo tibio y acalorado se quedó anclado en mi olfato
Como la más dulce, sexual y seductora fragancia inimaginable.

Su voz, como un regalo armónico para mis oídos
Su aliento a fruta fresca convidándome a un beso
Sensualidad, amor, sexo , todo en su pequeño cuerpo
Son un deseo , un anhelo, una necesidad insaciable.
Todo de él es una necesidad incontrolable.

Lo mucho y lo poco que de él sé
Se convierte en eco y en ruido insonoro
Que reverbera impaciente dentro de mi ser
Como una bestia enjaulada incontenible
A la espera de ser libre para apaciguar su sed.   

8 may 2015

Al caer la tarde.




Lo vi desvanecerse delante de mi; donde antes estaban sus ojos ahora había un vacío infinito, en el lugar donde deposité mi último beso solo quedaba un frío glacial y, donde antes estaba la tibieza y el confortable espacio en donde yo descansaba mi cabeza solo existía un cuerpo rígido y cerúleo.

Anoche estaba ahí, a mi lado, rodeándome con sus brazos, contándome una de sus tantas patrañas tal y como hacía cuando se quedaba sin conversación, con el fin de impresionarme. Yo lo dejaba, me resultaba tan divertido escucharle que disfrutaba de esos silencios imprecisos y prácticamente imperceptibles en los que pensaba en como seguir con su historia sin que se notara que me estaba mintiendo. Aunque ahora con tanto movimiento no consigo recordar de que iba, me resulta imposible.

El día en que le conocí estábamos en el gimnasio, él estaba en prácticas y yo acababa de empezar a entrenarme para ponerme en forma y al final de la clase, en la que hacía de acompañante del monitor, yo me quedé doblado de un flato mortal al que aún le agradezco su impertinencia. Él se acercó y se puso de rodillas delante de mí, yo estaba sentado , al lado de la ventana que daba a la calle en un intento desesperado de que el aire consiguiera traerme un poco de alivio, cuando empezó a hablarme y a contarme algo tan absurdo que siempre he creído que lo hizo solo para atraer mi atención completa hacia su rostro, que no paraba de reír y gesticular de una manera exagerada. Al final el dolor se esfumó y sonrió triunfal, con la misma satisfacción con la que un atleta levanta un trofeo tras haber ganado una competición.

En ese momento me enamoré.

Continuamos hablando muy a menudo después de eso, yo compartía con él banalidades cotidianas y alguna que otra intimidad y él a cambio me narraba sus vivencias, desde las más inocentes a las más escandalosas pero siempre con esa sonrisa que se mimetizaba en una armonía celestial con todo cuanto le rodeaba. Mantuvimos la misma dinámica durante un par de meses, hasta que una buena tarde, tras finalizar la clase, le invité a tomarse algo conmigo o a sentarnos a hablar en algún banco del paseo marítimo al atardecer, cuando el calor era más soportable. Terminamos por hacer ambas cosas en orden inverso. Para mi fue una sorpresa absoluta que accediera sin pensárselo. Después de esa cita, nunca volvimos a separarnos.

Ahora que me paro a pensar, nunca llegamos a declararnos o hablar de lo que eramos o dejamos de ser, todo fluyó de una manera natural lo que hizo que nuestra relación fuera sólida y sincera.

Hoy, al despertar, busqué con mi mano su rostro, como hacía cada mañana, y al no sentirle me quité el antifaz y tras abrir paulatinamente los ojos al sol, me puse las zapatillas de andar por casa y salí del dormitorio. La primera habitación que hay justo antes de llegar al salón está cerca de la cocina, esperaba encontrarle allí leyendo sus e-mails o revisando sus notas antes de irse a clase mas estaba vacía. En la cocina tampoco se escuchaba ningún ruido, por lo que la descarté ipso facto puesto que él era como un elefante intentando entrar en un hormiguero, pura tosquedad. Así que continué hasta el salón y allí estaba, inerte y con los ojos rojos clavados en dirección a la ventana, con los pies meciéndose lentamente sobre el suelo, con una gracilidad nefasta.

Tras mi hallazgo todo lo que vino posteriormente es una bruma densa que cubre hasta el más nimio de mis recuerdos. Soy consciente de que mis padres y los suyos rondan a mi alrededor, de que varios intrusos me acribillan con preguntas que no obtienen respuestas, de que mi mundo se columpia a una velocidad vertiginosa, de que él no volverá estar nunca al despertar, esperando mi caricia de los buenos días.  

2 feb 2015

Prórroga



Todo se dirige hacia ti
Cada esfuerzo,resquicio de energía
Cada nota entonada
Acorde de la partitura.
Todo se proyecta hasta ti
Fin último
Amor platónico condenado al olvido
Todo lo hago por ti.
Por ese día en que al abrir los ojos
Estés a mi lado
Y el universo entero,
Con cada árbol frondoso
Desierto árido
Vastos campos empapados de rocio
Rios desbordados,
Donde todo lo que nos rodea
Deje de existir

28 ene 2015

En calma





Gris es mi color
El del cielo en calma antes de romperse
Ese tono tranquilo adoptado tras la tormenta
No azul, verde  o amarillo sino gris
El del alma serena
O de una personalidad pasiva, gris.

Ese color que toma la vida
Tras la visita de la parca
Tras la partida inesperada de un ser amado
Esa misma textura que tiene un corazón recompuesto.
Gris.

Sí, ha llevado su tiempo
Y hoy ya no voy del negro al blanco
O del blanco al negro
Ahora permanezco neutro, estático,
Gris.

27 ene 2015

Sordo

Se desvanece este eco
Ese ruido de fondo exento
De permanecer en el aire mudo
Mudo, sin boca ni voz
Ni pares de oídos y ojos
Ciego, que se despide de este dolor
Sapiente de su retorno
Con la fuerza de lo inesperado
Y el bien hacer de un ser cultivado
Así decido esperarlo
Mudo, ciego y, también, sordo.

Jearci Brown

Jearci Brown
Hoy han de llover estrellas porque no he de llorar por penas, hoy te haré el amor? yo, el enamorado poeta con letras de mil poemas mientras el sol paga su condena.

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