Esta niebla oscura como una noche
desnuda, lo cubre todo.
Todo lo cubre.
Se oyen grillos en la calle, coches
acelerando y aminorando la marcha.
Ladridos lejanos,murmullos que de cerca
son gritos.
De jubilo, de furia.
Es curioso como dentro de uno las
palabras se revuelven.
Se estrujan entre ellas.
Así como los pensamientos y los
sentimientos intentando ser ordenados.
Asimilados. Eliminados.
Cuesta concentrarse en esa tarea,
porque las luces en el techo parpadean,
Las cortinas ondean y se retuercen con
el viento, y de la televisión
Salen imágenes sin sonido al tener
activado el modo “ mute”.
¡Cuánto cuesta ordenarse el alma!
Incluso cuando los versos fluyen de
seguido
Y en tu cabeza suena el “At Last”
de Etta con un ritmo desaforado
El corazón y la mente parecen estar
desconectados de las manos.
Entonces llega el momento en que
cierras los ojos
Los aprietas con fuerza y te
concentras, en un esfuerzo inhumano.
Es la última oportunidad de
sincronizarlo todo.
Las letras empiezan a bailar por el
teclado
Brotan desde lo más hondo y te das
cuenta de cuanto llevabas guardado.
Esa melancolía que a veces nos ahoga y
no sabes procedencia alguna
Y te preguntas si es estupidez o el
masoquismo que conlleva a veces la vida.
Pero te dejas fluir, dejas que tus
emociones te eleven , te liberen.
Supones que es casi como una
transmigración del alma
O una proyección astral que te deja
ser otros, que te hace llegar a todos.
Y en el momento en el que escuchas que
alguien siente como tú
y vive tu vida a través de tus letras,
esa melancolía se hace más pequeña
Aunque nunca desaparece del todo,porque
al igual que la niebla,
Lo cubre todo.
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