Foto por: Jonathan Rincón |
Hace poco llegó el otoño
Y como las hojas de los árboles más altos y frondosos,
Que caen muertas y olvidadas
Así también me desprendo yo,
De la vida que imaginaba a tu lado.
Le mentiría al universo y a la divinidad más grande,
Si el mensaje que mandase,
Fuese que no te echo de menos
-cada día-.
O que mí corazón es tuyo,
Hasta el día en que los astros se alineen,
Y ya no lo sea más nunca.
Si aquella mañana de verano,
En la que te conocí me hubiesen dicho,
Que te que te querría en la forma en que lo hago,
Me hubiese envuelto en mil cadenas
Para arrojarme a las profundidades abisales del océano más próximo,
Sirviéndole de ancla al tiempo y la vida.
Tú que llegaste inesperado,
Como las lluvias ligeras de noviembre,
Conseguiste lo imposible,
Como Moisés con el Mar Rojo,
Caminaste imparable y firme,
Hasta llegar a mí.
Si aquella noche de verano,
En la que nos sentamos juntos en el salón de mi casa,
Me hubiesen dicho,
Que sería nuestra última vez cara a cara,
Me hubiese echado a correr descalzo,
Para que la sangre emanada de mis pies heridos,
Se convirtiera en el rastro de todos aquellos,
Que quisiesen ponerse a salvo.
Esta tarde, sentado al pie de mi cama,
Al lado de la ventana,
Desde donde me despido del sol cada día,
Y en donde fuimos uno entre miradas, sudores y silencios,
Escribo las que serán las últimas líneas de nuestra historia,
Agradecido por haberte conocido,
Y por la experiencia maravillosa de amar de nuevo,
Porque aunque el corazón grite y sangre esta noche,
A la luz del día las heridas se cerrarán,
Y como lo hago hoy,
Sabré que más vale llorar por amor,
Que hacerlo por no haberlo conocido nunca.
¡Hola!
ResponderEliminarBonito escrito.
Pd: No conocía tu blog, pero ya tienes nuevo seguidor.
Saludos desde: http://laspaginasdeerick.blogspot.com
¡Nos leemos!