Creo que ya hace mucho que dejé de esperarlo, le echado tantísimo de menos. Aún ahora me duele al recordar todos aquellos momentos que juró pasar a mi lado, todas las promesas y planes futuros que hicimos juntos. Le amé y creo que le amo todavía y posiblemente le ame para siempre. Es extraordinaria y, sobre todo, sobrecogedora la capacidad que las personas tenemos para querer a otras, esa intensidad, esa fuerza que te embriaga y te absorbe, que te endulza y amarga, que te llena de vida.
Largos días pasé a oscuras, sin comer, llorando su ausencia. Nunca había sentido tanto dolor. Me sentía desgarrada y desbordada por el cambio radical de los acontecimientos de mi vida. Todo se vino abajo. Las noches ya no sólo eran oscuras, ahora eran eternas, sangrantes, punzantes.
Cada día, al alba, de mis ojos se escapaba una mirada ansiosa hacia la ventana, esperando a verle acercarse a la cancela y cruzar al jardín hasta llegar a la puerta. Incluso su precioso jardín se ha muerto de tristeza, él también le echa de menos. La misma escena se repite al final del día, cuando el sol oculta su rostro tras la sólida capa que aguarda a su llegada.
Hoy he encontrado su cara dibujada en mi mente, en un pensamiento que me ha abordado a traición. He salido corriendo a mirar a través del cristal desde el que le vi partir por última vez y he sentido que me desvanecía al comprobar que allí no había más que polvo y vacío, y silencio.
Desde la mañana que se fue, una en la que las nubes vestían el cielo de melancolía, he aprendido a odiar esos días en los que el sol hace acto de presencia y luego se marcha dejándolo todo envuelto en tinieblas. Cómo no iba a odiarlas si me recuerdan que ya no está y que nunca estará. Es ilógico tal vez, pero así es la simplicidad del ser humano. Y es inevitable, al fin y al cabo, una despedida nunca es alegre.
Hace un rato he apagado todas las luces para irme a la cama, he mirado a través de la ventana y creo que va ser la última vez que lo haga, ya es hora de dejarle marchar. Nunca llegué a decirle cuan importante fue para mí, ahora lo lamento. Cuanto le ame.
querido, que vaya a buscarlo
ResponderEliminarque lo encuentre, que lo recupere pq si no es así...si abandona seguirá recordándolo eternamente y pasarán décadas, incluso cambiará el siglo y aún en lo más profundo d su ser sentirá que la vida le ha sido injusta que los astros se alinearon para sacarle del camino que jamás debió abandonar para encontrar la inestabilidad sentimental del único y arrollador amor, el verdadero, el auténtico. t q.