El edificio estaba aparentemente vacío
, tanto así, que al quedarse quieto se escuchaba el murmullo de las
paredes, el crujir de las puertas, la musicalidad del viento al
atravesar los obstáculos de la indumentaria de las habitaciones y
pasillos. Las paredes de fuera eran de un blanco cegador y, donde
deberían estar las ventanas y los cristales, habían agujeros que se
sumergían en su interior. La entrada estaba unos treinta o cuarenta
escalones arriba y se rendían ante una puerta abierta, en donde se
vislumbraban dos siluetas que se me antojaban conocidas. Intentando
enfocarlos me di cuenta de que eran ellos de nuevo: el señor bajito
e inquieto y el otro, que debía de medir dos metros y que,
aparentemente, era su cuidador.
El primero llevaba consigo algo en la
mano y lo dejaba revolotear por encima de su cabeza mientras corría
de un lado para otro de la puerta de entrada mientras, que el otro,
se mantenía estático con los ojos clavados en mi.
Yo creía estar solo al principio de
las escaleras pero, al echar de nuevo un vistazo a mi alrededor, me
encontré a mi novio con la mirada fija en el cuidador. Le cogí de
la mano que tenía a mi alcance intentando apremiarle para que nos
marcháramos cuanto antes pero él no respondía a mis palabras, tan
solo se limitó a escrutarme fugazmente y a levantar su otra mano
para señalar a aquellos dos hombres. Súbitamente, empezó a subir
dejándome atrás, yo intenté ir tras él con la intención de
detenerlo mas mis pies no reaccionaban a lo que les ordenaba. Cuando llegó
a su destino, se situó al lado del hombre alto, me miró fijamente,
cogió la mano de su nuevo acompañante y desapareció de mi vista al
seguir al otro señor que hacía tiempo se había adentrado del
todo en las entrañas de aquel lugar. No fue hasta ese momento que
mis piernas pudieron ponerse en marcha.
Les seguí todo lo aprisa que pude; al
llegar a la entrada la claridad se dispersó dando paso una especie
de trampilla que se enterraba en las profundidades del edificio, en
medio había un tuvo que se elevaba por encima de toda aquella
oscuridad y que de alguna manera se convirtió en la única fuente de
luz cuanto más abajo iba descendiendo. No veía nada, solo escuchaba
una risa que debía proceder del señor bajito y unos pasos que
reverberaban y envolvían todo lo demás. Hubo un momento en que creí
darles alcance; saber que mi novio estaba a merced de aquellos seres
desconocidos me ponía los bellos de punta. Escuché mi nombre, era
como un débil susurro que llegaba a mis oídos arrastrado por el
viento y aquella tenebrosidad que,en una situación normal me habría
paralizado pero que en esas circunstancias no podía impedirme dar
con Borja y ponerlo salvo.
Estuve a punto de tocarlos y, por unos
instantes, algo parecido al sosiego me atravesó de pies a cabeza.
Sin embargo, ellos se alejaron de nuevo con la misma velocidad con la
que ese sentimiento de alivio salió disparado de mi cuerpo. No sé
exactamente cuánto tiempo me pasé corriendo en esa trampilla que
parecía no tener fin, solo era consciente de que ese sobreesfuerzo
no me cansaba y que la misma situación se repetía una y otra y otra
vez. Hasta que de repente, los tres se detuvieron , se agarraron de
las manos en medio de esa falta de luz a la que mis ojos empezaban a
acostumbrarse y, en el tiempo que se tarda en respirar, la silueta
del hombre más pequeño de desvaneció, las luces se dieron y su rostro apareció pegado a mi cara, con una sonrisa carente de dientes, labios agrietados y unos ojos grises y grandes. Ese ser me
agarró de la mano, se despidió de su cuidador , esperó a que se
diera la vuelta y se llevara a mi novio con él. Acto seguido, me
arrastró trampilla arriba, me expulsó del edificio y cerró las
puertas dejándome afuera, donde la oscuridad se había instalado y
la única luz que me acompañaba era la del interior donde Borja
estaba sentado en una silla, franqueado por esos dos individuos.
-¿Eso es todo?-preguntó Ruth al
terminar la sesión-.
-Sí, eso es todo, o al menos lo que
consigo recordar.
-¿No ha variado nada desde la semana
pasada?
-No, todas las noches es el mismo
sueño, en el mismo orden.-Respondió él mientras se levantaba de la
silla-.
-Está bien, no te desesperes. Poco a
poco iremos encontrando respuestas al porqué de este sueño. Sigue
escribiendo a diario cualquier variante, cada vez encuentras más
detalles y eso significa que vamos haciendo progresos. Te veo la
semana que viene a la misma hora que hoy- dijo ella mientras se
levantaba para abrir la puerta-.
-Vale, pues hasta la semana que viene-
se despidió sin mirarla a la cara-.
En la sala de espera estaba Borja
aguardando por él para llevarlo de vuelta a su habitación y
quedarse a su lado hasta que finalizará el horario de visitas.
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