22 feb 2016

Pesadillas, segunda parte: Borja.



El edificio estaba aparentemente vacío , tanto así, que al quedarse quieto se escuchaba el murmullo de las paredes, el crujir de las puertas, la musicalidad del viento al atravesar los obstáculos de la indumentaria de las habitaciones y pasillos. Las paredes de fuera eran de un blanco cegador y, donde deberían estar las ventanas y los cristales, habían agujeros que se sumergían en su interior. La entrada estaba unos treinta o cuarenta escalones arriba y se rendían ante una puerta abierta, en donde se vislumbraban dos siluetas que se me antojaban conocidas. Intentando enfocarlos me di cuenta de que eran ellos de nuevo: el señor bajito e inquieto y el otro, que debía de medir dos metros y que, aparentemente, era su cuidador.

El primero llevaba consigo algo en la mano y lo dejaba revolotear por encima de su cabeza mientras corría de un lado para otro de la puerta de entrada mientras, que el otro, se mantenía estático con los ojos clavados en mi.

Yo creía estar solo al principio de las escaleras pero, al echar de nuevo un vistazo a mi alrededor, me encontré a mi novio con la mirada fija en el cuidador. Le cogí de la mano que tenía a mi alcance intentando apremiarle para que nos marcháramos cuanto antes pero él no respondía a mis palabras, tan solo se limitó a escrutarme fugazmente y a levantar su otra mano para señalar a aquellos dos hombres. Súbitamente, empezó a subir dejándome atrás, yo intenté ir tras él con la intención de detenerlo mas mis pies no reaccionaban a lo que les ordenaba. Cuando llegó a su destino, se situó al lado del hombre alto, me miró fijamente, cogió la mano de su nuevo acompañante y desapareció de mi vista al seguir al otro señor que hacía tiempo se había adentrado del todo en las entrañas de aquel lugar. No fue hasta ese momento que mis piernas pudieron ponerse en marcha.

Les seguí todo lo aprisa que pude; al llegar a la entrada la claridad se dispersó dando paso una especie de trampilla que se enterraba en las profundidades del edificio, en medio había un tuvo que se elevaba por encima de toda aquella oscuridad y que de alguna manera se convirtió en la única fuente de luz cuanto más abajo iba descendiendo. No veía nada, solo escuchaba una risa que debía proceder del señor bajito y unos pasos que reverberaban y envolvían todo lo demás. Hubo un momento en que creí darles alcance; saber que mi novio estaba a merced de aquellos seres desconocidos me ponía los bellos de punta. Escuché mi nombre, era como un débil susurro que llegaba a mis oídos arrastrado por el viento y aquella tenebrosidad que,en una situación normal me habría paralizado pero que en esas circunstancias no podía impedirme dar con Borja y ponerlo salvo.

Estuve a punto de tocarlos y, por unos instantes, algo parecido al sosiego me atravesó de pies a cabeza. Sin embargo, ellos se alejaron de nuevo con la misma velocidad con la que ese sentimiento de alivio salió disparado de mi cuerpo. No sé exactamente cuánto tiempo me pasé corriendo en esa trampilla que parecía no tener fin, solo era consciente de que ese sobreesfuerzo no me cansaba y que la misma situación se repetía una y otra y otra vez. Hasta que de repente, los tres se detuvieron , se agarraron de las manos en medio de esa  falta de luz a la que mis ojos empezaban a acostumbrarse y, en el tiempo que se tarda en respirar, la silueta del hombre más pequeño de desvaneció, las luces se dieron y su rostro apareció pegado a mi cara, con una sonrisa carente de dientes, labios agrietados y unos ojos grises y grandes. Ese ser me agarró de la mano, se despidió de su cuidador , esperó a que se diera la vuelta y se llevara a mi novio con él. Acto seguido, me arrastró trampilla arriba, me expulsó del edificio y cerró las puertas dejándome afuera, donde la oscuridad se había instalado y la única luz que me acompañaba era la del interior donde Borja estaba sentado en una silla, franqueado por esos dos individuos.

-¿Eso es todo?-preguntó Ruth al terminar la sesión-.

-Sí, eso es todo, o al menos lo que consigo recordar.

-¿No ha variado nada desde la semana pasada?

-No, todas las noches es el mismo sueño, en el mismo orden.-Respondió él mientras se levantaba de la silla-.

-Está bien, no te desesperes. Poco a poco iremos encontrando respuestas al porqué de este sueño. Sigue escribiendo a diario cualquier variante, cada vez encuentras más detalles y eso significa que vamos haciendo progresos. Te veo la semana que viene a la misma hora que hoy- dijo ella mientras se levantaba para abrir la puerta-.

-Vale, pues hasta la semana que viene- se despidió sin mirarla a la cara-.

En la sala de espera estaba Borja aguardando por él para llevarlo de vuelta a su habitación y quedarse a su lado hasta que finalizará el horario de visitas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Jearci Brown

Jearci Brown
Hoy han de llover estrellas porque no he de llorar por penas, hoy te haré el amor? yo, el enamorado poeta con letras de mil poemas mientras el sol paga su condena.

Archivo del blog

Powered By Blogger