31 ene 2014

Bajo la luz.




-¡Eh, no toques ahí, déjame! - dijo con una risa entrecortada-. Me haces cosquillas, ¡para!

-Está bien y qué te parece esto, ¿ te gusta más?- contestó él en un tono malicioso-.

-Eso está mucho mejor...

-¿Quieres que siga?- preguntó casi en un susurro tras separar sus labios del cuello de ella mientras, simultáneamente, introducía la mano derecha por debajo de la ropa interior de su compañera.

-Ni se te ocurra parar- respondió ella en una breve aspiración para luego dejar escapar un quedo suspiro.

¡Dios!- Se sorprendió a sí misma diciendo mientras se despertaba agitada-. al girar la cabeza le vio, a su lado, como le había dejado un par de horas antes. Le pareció  verle de nuevo sexy en sus pantalones cortos y la básica que se le remangaba un poco, dejando a la vista el comienzo de sus abdominales. Toda la habitación estaba a oscuras salvo por un resquicio de luz indirecto que se colaba por la ventana y se estiraba sobre la cama.

Cuando le contemplaba, un leve cosquilleo empezó a corretearle por dentro, haciéndola sonrojarse; un calambre que parecía explotar por todo su cuerpo  para terminar depositado en su mano, que descubrió cerca del abdomen de su novio, deseando recorrerle. No tardo mucho en dejarse someter por sus impulsos.

Posó su mano y la deslizó por debajo de la camiseta, dibujando con sus uñas la tableta que tan bien conocía. Poco a poco comenzó a hacerla descender hasta toparse con el borde del pantalón que llevaba puesto. La dejó ahí, incorporándose ella entre tanto sobre él. Mientras con una agarraba suavemente el pantalón, con la otra le acariciaba la cara, apremiándole a despertar.

Solo transcurrieron unos pocos segundo hasta que abrió los ojos, que ahora la observaban expectantes y sorprendidos.

-¿Qué estás haciendo?- le preguntó en un tono que no dejaba lugar a dudas de su interés en tomar partido en la función-.

Ella no respondió; se limitó a quitarse el camisón azul marino que llevaba puesto y a besarle con toda la pasión con que fue capaz. Él le correspondió aferrándola por la espalda, atrayéndola hacía sí, sintiendo como introducía su mano que se asía con su miembro, ahora duro cual bloque de acero a punto de fundirse. Un leve quejido se le escurrió de entre los labios.

Él la levantó con fuerza y la puso sobre la cama, situándose encima sin parar de besarla.Recorrió su cuerpo de piel suave y olor a vainilla con los labios, deteniéndose en su sexo, observando desde su posición privilegiada como ella se retorcía, tocando con suavidad sus pechos al mismo tiempo.

Ella le detuvo, tirando de él hacía arriba, lista para entregarse. Miró sus ojos negros, su boca roja, notando como entraba en ella para quedarse así durante lo que restaba de noche.

Al alba se tendió sobre su pecho; se durmió notando como la erección de su novio se disipaba.

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Jearci Brown

Jearci Brown
Hoy han de llover estrellas porque no he de llorar por penas, hoy te haré el amor? yo, el enamorado poeta con letras de mil poemas mientras el sol paga su condena.

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