8 dic 2011
Una clave de sol muda
Un silencio empezaba a tomar forma tras aquella partitura inmaculada. Podía sentirse casi palparse pero no se podía ser consciente de la fuerza con la que entraría a escena. Con su aparición, el sonido se tornó helado, irreconocible y, sobre todo, intrigante porque las razones que habían llevado a tocar ese silencio se hallaban escondidas en una partitura en blanco.
En una simple pausa una larga melodía, que durante tanto tiempo se había estado tocando, perdió su orden, su voz, a la espera de que ese silencio indefinido y preponderante decidiera el punto en el que volver a dejar sonar o finalizar la pieza musical que con tanto esmero danzaba emitiendo un sonido mágico y embriagador.
Ahora mismo sólo puede oírse lejana la música de la nota negra, que sigue tocándose a sí misma porque no pierde la esperanza de que la nota blanca decida volver a formar parte de la partitura.
El silencio se irá tarde o temprano porque ningún músico puede tocar uno tan largo, de la misma manera en la que una melodía compuesta por dos seres no puede ser tocada por uno solo eternamente.
29 oct 2011
Ella.
Se fue y yo contemplé su silueta esfumarse como el polvo en el viento. A veces me parece verla rondar por los pasillos y escuchar su voz a través de las paredes, como cuando me llamaba para comer desde la cocina. A veces y sólo a veces siento que nunca voy a poder olvidarla.
Algunos días aún puedo sentir como su fragancia a rosa de mosqueta impregna toda la estancia, puedo imaginar sus tiernas sonrisas dibujarse en su rostro que se conservaba bello a pesar del paso de los años, puedo escucharla quejarse por la dura jornada del día y de los dolores fruto de la edad.
A veces y sólo a veces desearía tenerla delante para poder abrazarla y fundirme en su aroma inmaculado.
Era gruñona mas nunca llegó a perder esa gracia y alegría tan típicas en ella. Esa energía y coraje que trasmitía con sus palabras y que te hacían sentir que nada ni nadie podría derribarte jamás. Y es que ella era así, fuerte y valiente.
A veces y solo a veces tengo ciertos sueños e imágenes que preferiría no tener, porque el dolor no es un plato de buen gusto. Aunque lo mejor de los sueños es que, al despertar, puedes darte cuenta de que las personas que quieres no se han ido a ningún sitio, y que esas lágrimas que resbalan por tu rostro tras el despertar son fruto de algo irreal y es entonces, cuando puedes levantarte y dirigirte a su habitación para comprobar que todo sigue en su sitio y que su figura sigue yaciendo risueña y entusiasta en la cama, esperando el beso mañanero de sus seres queridos.
27 oct 2011
En una cama vacía
Me miró y me sonrió y a través de él sólo vi un fondo blanco. Sé que me quiere pero también sé que a veces eso no basta. Después de tantos y tantos y tantos años juntos aún sigo amándole, todavía puedo decir orgullosa que me tiemblan las rodillas y siento mariposas en el estómago cuando me roza o me besa. ¿Cuántas personas pueden decir eso? Sin embargo, parece no bastarle. Cuando nos hallamos en la cama sale despavorido al alba; puedo escucharle prepararse el café matutino, monótono y salir al jardín a bebérselo mientras ve salir el sol. Yo, mientras tanto, me quedo en la cama deseando que entre y se acurruque a mi lado, como hacia antaño.
Hay ocasiones en que en casa reina el silencio, y éste sólo se ve aplacado por otro peor. Se extiende por cada recoveco de estas cuatro paredes, se eleva y desciende ondulando sobre sí mismo, pero nunca sin olvidarse de dar esas bofetadas que te recuerdan que no es un sueño lo que se está viviendo. Ojalá fuera únicamente eso.
Las personas mantenemos esperanzas que nos ayudan a afrontar el día a día, aunque yo siempre he creído que existen dos tipos: las que dependen del destino y las que dependen del ser humano. Con las primeras podemos, casi con certeza, esperar que se cumplan porque el destino siempre termina por otorgarnos lo que justamente nos hemos ganado. El segundo tipo es más cruel y mezquino ya que te colma de ilusiones para luego estallarte en la cara y demostrar que nunca la raza humana dejará de ser egoísta. En mi vida exclusivamente he disfrutado de esta última.
Puede que peque en inocencia, porque soy consciente de que nada va a volver a ser como antes, mas deseo con todas mis fuerzas que algún día él vuelva a mirarme con ese fuego que despertaba la libido más desenfrenada que alguien pueda conocer, que me hacía sentir afortunada y viva. Aún anhelo esa caricia de buenos días que mañana tras mañana se deslizaba por mi rostro y me llevaba a posar mis ojos en su cara risueña, en sus profundos ojos grises, en sus labios finos y deliciosos.
Ahora, a pesar del paso de los años, que sólo tenemos los recuerdos de aquellas facciones inmaculadas que da la juventud, de esa pulcritud en nuestras figuras, puedo verle tal y como era aunque de esa época quedé un simple atisbo.
Posiblemente muera y mis esperanzas no se vean materializadas; sé que nunca me dejará, al menos me queda ese consuelo, ya que de hacerlo se quedaría tan o más solo que yo y supongo que tendrá miedo de morir en soledad. Mi muerte empezó su andadura cuando en su corazón y su alma mi nombre se desgravó y aunque me quedará sola aguantaría hasta mi último aliento porque aún conservo intacto mi amor y los recuerdos llenarían su ausencia.
Es curioso que día a día, en los quince minutos que él tarda en beberse su café matutino al alba, por mi mente ronden los mismos pensamientos, en el mismo orden y con las mismas silabas, quizás algún día mi esperanza pase a ser del primer tipo y el destino ponga mi camino lo que con tanto anhelo y esfuerzo creo merecer.
3 oct 2011
Miradas impertérritas y momentos de histrionismo
14:00 PM
Me dirijo al aeropuerto. Estoy realmente agotado, 48 horas de trabajo seguido es demasiado para cualquier individuo, incluso para mí, que no suelo quejarme de mi ritmo laboral. Amo mi trabajo, de verdad que lo amo, sin embargo, a veces desearía dedicarme a otra cosa. Tantas horas frente a la pantalla, reuniones inesperadas, miles de horas extras, aunque supongo que es el precio por ser un alto ejecutivo y por ganar el suelo que gano. Soy director publicidad y relaciones públicas de un emporio de la cosmética. Me llamo Yordan French y estoy a punto de cumplir 28 años.
14:30 PM
Me bajo del coche, sin esperar a que el chófer me abra la puerta, entro en el aeropuerto corriendo en dirección al mostrador de la compañía aérea, menos mal que viajo en clase Business y me ahorro la eterna espera para hacer el check-in.
14:45 PM
Un hombre pasado en kilos y años pasa por mi lado como alma que lleva el diablo y no se disculpa.
14:46 PM
Mismo hombre se resbala con un charco de un potingue marrón que hay en el suelo. Cae encima de la caja donde llevan a un perro del tamaño del Caballo de Troya. La puerta de la caja se abre con el golpe. Pobre hombre.
14:47 PM
Me alegro de que exista el Karma.
14:48 PM
Embarco por fin. Me compro un expreso y me siento a esperar a que sea la hora de subirme al avión.
14: 50 PM
Espero.
14:51 PM
Sigo esperando. Le doy un sorbo a mi café.
14:52 PM
El café estaba ardiendo. Me he quemado la lengua.
14:53 PM
Escozor. Sigo esperando.
14:54 PM
[ … ]
15:00 PM
Estoy dentro del avión, sentado al lado de la ventana. Pasa mujer con cara de pocos amigos y me mira de forma impertérrita.
15:01 PM
Misma mujer se sienta y me sigue mirando del mismo modo.
15:02 PM
El avión empieza a moverse. Me abrochó el cinturón y observo con atención al azafato mientras explica los pasos a seguir en caso de accidente.
15:04 PM
Ya en el aire. Saco mi libro de “La elegancia del erizo” y disfruto de una historia en estado puro. Me quedan pocas páginas. Vaticino un final atroz.
15:09 PM
Estoy indignado. Que final tan trágico y a la vez tan maravilloso.
15:09 PM
Después del momento indigno, llega el momento triste. Conmoción.
15:15 PM
Ya recuperado le pido un café al azafato: café con leche, muy cargado y con dos cucharadas y media de azúcar.
15:17 PM
Ya me han traído mi bebida. Servicio muy eficiente. Felicito al azafato.
15:25 PM
El avión empieza moverse deliberadamente. ¡Turbulencias! Grita mujer histérica de la mirada impertérrita. Parece que le tiene fobia a los aviones. Me regocija ese nivel de histrionismo.
15:26 PM
La miro de manera impertérrita. La mujer se da cuenta. Me devuelve la mirada mientras su cuerpo tiembla de forma incontrolada.
15:27 PM
Duelo de miradas impertérritas. Acabo de percibir algo de odio en su mirada.
15:28 PM
Otra turbulencia. La mujer se sienta, se agarra a los reposa manos y cierra los ojos. He ganado el duelo.
15:29 PM
Disfruto de mi victoria.
15:31 PM
Sigo disfrutando de mi victoria.
15:32 PM
Otra sacudida. Empiezo a sentir algo de preocupación por la situación.
15:33 PM
Mis temores se confirman. Accidente aéreo a la vista. Temores corroborados por azafato que sale a toda mecha por el pasillo pidiendo simultáneamente a los pasajeros que se pongan los chalecos salvavidas.
15:34 PM
Sensación de triunfo desaparecida. Miro de reojo a la mujer de la mirada impertérrita. Ahora la que goza es ella. Histrionismo esfumado.
15:35 PM
Histrionismo reaparece con una turbulencia más fuerte que las anteriores. Ahora el que agarra el reposa manos soy yo.
15:36 PM
El piloto manda mensaje alentador por el comunicador. Nadie parece escucharlo salvo yo. Estoy a punto de desmayarme.
15:37 PM
Intento desmayarme para no sentir nada más.
15:38 PM
Intento fallido.
15:39 PM
La nave empieza a caer rápidamente...
15:41 PM
Mientras caíamos al vacío he recordado la cara de mi familia, sus voces felices de saber que después de varios meses por fin iban a verme. Un sentimiento amargo me abruma. Pesar y tristeza. Puedo vislumbrar la figura del avión precipitándose sin remedio alguno, una forma imponente ahora frágil ante la inmensidad de la situación que afronta. Imagino el impacto en el suelo, el fuego, la histeria de los cuerpos de seguridad y emergencia y los gritos y llantos de dolor. No pensé jamás que podría morir de ésta manera, ¡joder! Si son los medios de transporte más seguros del mundo. Desearía no haber subido a este vuelo. Desearía no tener este trabajo. Desearía poder ver de nuevo a mi familia para decirles que no me dolió, que no tenía miedo aunque fuera mentira. Desearía haberme enamorado de Sebastian cuando me confesó sus sentimientos. No pude hacerlo, no soy gay, mas ahora desearía haberlo sido.
Oigo un sonido seco, luego ….silencio.
15 sept 2011
El Autobús
Me llamo Concepción, curioso nombre para una mujer de 30 años, soltera y sin futuro. Me dedico a limpiar: baños, cocinas, más baños con abundancia de heces y para cuando he terminado de limpiar eso, sigo con salones, comedores, habitaciones y vuelta a empezar ya que para cuando he llegado al final, el principio esta otra vez sucio.
Mi madre soñaba con que me convirtiera en modelo, actriz o cantante pero nada, absolutamente nada de esas profesiones me atraía, además ya era mala intentando engañar a mi madre cuando fingía que me dolía todo para no ir al instituto, como para dedicarme al mundo de la actuación. Cantando era un poco mejor, si se puede llamar así a una espiral de gallos y gallinas saliendo, cual bailarines por mi boca. Y bueno, como modelo estaba perdida, “ demasiado peso” solía decir mi madre.
En cualquier caso, era feliz, sin futuro pero feliz. Siempre tuve un hobby, si se le puede llamar así, me encantaba imaginarme la vida de las personas que viajaban conmigo en el autobús. Cada día veía a las mismas personas, con las mismas expresiones en la cara, repitiendo ropa cada dos o tres días y saludándose unos a otros con los ojos e imperceptibles movimientos de cabeza. No sé a ciencia cierta si lo hacían voluntaria o involuntariamente, el caso es que siempre se sentaban en los mismos sitios, incluso aquellos a los que no veía subirse, es decir, los que se subían antes que yo. Este era el orden:
En primer lugar, delante del todo, justo detrás del asiento del chófer, se sentaba una joven de no más de 22 años, si era mayor se conservaba muy bien. Era un poco lesbiana, al menos esa era mi sensación. Su ropa era algo masculina, igual que sus gestos y sus fugaces seguimientos de mirada cada vez que otra chica y/o mujer se subía al bus. Era muy mona: pelo rubio, ojos claros, delgada, una espalda algo amplia y una buena estatura.
Al verla me imaginaba a la típica lesbiana que va por la vida atemorizando a los demás, que se rodea de chicos con menos luces que ella para poder manipularlos y de esas que si la miras mal es capaz de que te da una paliza. También me la imaginaba sentada mucho tiempo delante del ordenador mirando fotos de tías con lascivia hasta que su cerebro, de tanta excitación, se quedara en estado de displicencia.
Justo al lado de ésta había una mujer mucho mayor, incluso mucho mayor que yo, de unos 40 ó 60 años. Estaba hecha una mierda. Llena de arrugas, pelo totalmente rebujado, ojeras hasta los tobillos y un jersey negro de cuello alto lleno de pelusas. No era una mujer muy amable, de hecho creo que nunca he conocido a nadie menos amable que ella. Recuerdo un día en el que una anciana que llevaba la muerte en la chepa y que estaba cargada de bolsas hasta la misma, se balanceaba como un columpio roto en el pasillo del autobús, la pobre vieja estuvo a punto de caerse y la señora que no era muy amable, la miro de reojo, puso cara de limón y dirigió su mirada hacia la calle. Ahora es cuando digo que yo me puse de píe para dejar sentar a la pobre mujer, mas cuando fui a ayudarla con las bolsas para traerla hasta donde estaba yo sentada, al llegar un hombre con sobrepeso se había adjudicado mi sitio.
A la señora de pocos amigos, me la imaginaba en la cocina, en un ambiente sombrío, con el marido en el salón bebiendo cerveza como un cosaco y gritándole para que le llevara el resto de alcohol que quedaba en la nevera. Mientras tanto ella le lanzaba injurias por lo bajo para evitar que él la escuchara y le pegara una paliza. También pensaba que sus ojeras se debían a las largas noches que pasaba intentando controlar las nauseas que le provocaba su ebrio marido, e intentaba encontrar la manera de llegar a final de mes con un único sueldo de mierda.
Había un par de muchachos que se subían en el bus a primera hora, con unas mochilas que tenían toda la pinta de pesar media tonelada cada una. Estaban un poco jorobados, seguramente por el peso que soportaban en sus espaldas. Eran increíblemente guapos, medirían 1,70 ó 1,80 eran morenos, uno más que otro, sin barros ni una barriga que sobresaliera por debajo de la camisa. A mí me parecía que estaban enamorados pero que no lo sabían. Sólo había que observalos con un poco de cuidado para darse cuenta: las miradas, las sonrisas de complicidad, como se miraban entre ellos cuando uno no estaba prestando atención. En fin, muchos detalles sólo al alcance de mujeres tan observadoras e intuitivas como yo.
A estos me los imaginaba teniendo sueños erótico-pornográficos, masturbándose pensando en lo que le harían a su amigo en el caso de que tuvieran la oportunidad, y llorando muchas veces por la falta de valor para dejar salir a la luz todo lo que había detrás de esas duras apariencias de chulos de barrio.
Y hay muchas más personas, cada cual con sus historias, todas inventadas por mí por supuesto, mas son muchas historias y personas para poder contarlas del tirón. Además que mi viaje dura únicamente 30 minutos y ya llevo casi 28 en esta nimiedad. Igual algún día os cuento el resto. Se me olvidó deciros que soy licenciada en filología hispánica pero con la cantidad de profesores que hay de lengua sueltos por ahí no he podido encontrar trabajo como docente. Soy feliz limpiando, a veces me pregunto quién es más feliz, si todos ellos que me impiden conseguir una plaza y que diariamente aguantan a niños y no tan niños impertinentes y ruidosos, o yo, que me dedico a limpiar la mierda de otros, a mi ritmo, y de vez en cuando aguanto a una jefa quisquillosa, de esas que se quejan por que hay polvo pero que no han cogido una bayeta en su vida. Si algún día conozco a un profesional de la enseñanza se lo preguntaré.
Me encanta subirme en los medios de transporte públicos, es mejor que leer un libro, siempre tienes historias nuevas que contar, te afrentas a situaciones pudorosas y bochornosas, te expones a que te empujen, te roben, te insulten... es algo magnifico. Si mi madre pudiera leerme el pensamiento se removería en su tumba llena de furia, una hija con esas ideas tan alejadas de las de ella se le antojarían inconcebibles. Pobre mujer.
He llegado a mi parada, si volvemos a coincidir en otra ocasión prometo contarte otra historia pero no te sorprendas si igual es la tuya, no olvides que soy una mujer muy observadora.
5 ago 2011
Todo lo que fue y la infinidad de cosas que nunca dije.
No recordaba con exactitud aquel día, ese en el que por primera vez nuestros ojos se encontraron reflejando una futura vida juntos. Fue como un reminiscencia, como una vida que ya habíamos compartido y que el destino se había encargado de volver unir en dos cuerpos diferentes pero al mismo tiempo tan idénticos como dos gotas de agua puras y cristalinas. Incluso he podido percibir ese aroma a brisa marina que preponderaba aquella tarde mientras paseábamos por la avenida junto al mar. También he recordado aquella pequeña calle tan diferente y llena de encanto, que parecía recortada de una revista de algún recóndito lugar nada parecido a esta pequeña ciudad. Ahí nos dimos el primer beso, uno que nos uniría y nos marcaría el resto de nuestras vidas. Algo nació en ese preciso instante, lo supe desde que le vi en carne y hueso, presentí que él sería el único, el inolvidable, el que traería consigo un torrente de nuevos sueños, sentimientos e ilusiones, él que se quedaría conmigo incluso si un día, como el que nos conocimos, no le tuviera conmigo.
Me enamoré desde que le vi, quizá suene arriesgado, como una partida de póquer en la que te juegas toda tu vida al azar, mas fue así. ¿Has tenido la sensación de un vacío tan inmenso que parece que se cierne sobre ti y te arrastra con él, paralizándote de arriba a abajo? Pues si la has experimentado quizá y sólo quizá seas capaz de entender un poquito ese cúmulo de sentimientos que me abordaban cada vez que le veía alejarse de mí. Cada despedida era un suplicio, nunca se lo dije porque presentía que él vivía lo mismo. Ese último beso de adiós, ese último roce de nuestras manos justo antes de separarse, esa incertidumbre de no saber si le vas a volver a ver mientas tu mente trabaja a toda marcha para guardar en lo más profundo esa imagen, ese momento.
¿Sabes? Muchas veces cuando estaba a su lado, en los momentos en los que ninguno de los dos decía nada, creo que nunca hizo falta pronunciar una mínima palabra ya que una caricia, una mirada rápida, un pequeño roce, nos ayudaban a recordar que todo lo que teníamos era cierto, era real, que estábamos el uno junto al otro y eso le daba a las palabras un matiz de estorbo, de nimiedad ante un amor tan grande, porque si las palabras no eran capaces se describir todo lo que significaba aquello, entonces no merecían la pena intentar expresarlas.
Nos hicimos muchos juramentos que como todo en la vida se esfumarían porque son sólo eso, juramentos banales y sin sentido, pero que en el mismo instante de pronunciarlos se convertían en algo inquebrantable, perpetuo.
Hoy he podido recordar muchas imágenes que creía olvidadas en la inmensidad del tiempo, como aquellas frente al televisor mientras veíamos y disfrutábamos de películas que para mí nadie podría vivir como lo hacíamos él y yo. Esa atmósfera de magia y complicidad que se creaba cuando el largometraje era de grandes romances y nos hacía recordar cuan grande era nuestro amor.
Es impredecible lo que nos depara la vida, de repente pensamos que lo tenemos todo y súbitamente nos damos cuenta de que realmente no tenemos nada, que todo lo que nos parecía importante y nos daba seguridad se ha esfumado cuando se pierde al ser amado. Después de eso mueres. Sigues respirando, asintiendo, moviéndote, mas sabes que en el fondo tu cuerpo se ha convertido en materia inerte, sin vida.
Hace ya mucho tiempo que le perdí, he vuelto a conocer a otros, he hecho mi vida con otros, pero siempre he sido suyo, desde el momento en que poso sus labios sobre los míos y me rodeo con sus brazos. No he vuelto a saber nada de él, mas eso me ha ayudado a mantenerlo siempre en mi mente, a imaginarme qué estaría haciendo en un minuto y lugar determinado, a soñar con lo que habría sido de nuestras vidas de haber seguido juntos, me ayudo a amarle y a confiar en que en mi próxima vida el destino se encargaría otra vez de cruzar nuestros caminos y, de esa manera, la espera se ha hecho más corta y llevadera. Dentro de no mucho mis ojos se cerrarán para no volverse a abrir, nunca he deseado algo con tantas ganas, y eso es únicamente porque sé que él está ahí, esperando por mi llegada, como yo he esperado desde su partida.
12 jul 2011
Palabras de despedida.
6 jul 2011
HISTORIAS DE MILES DE CRISTALES ROTOS
13 jun 2011
Ausencias silenciosas
31 may 2011
Entre Rosas Rojas y Blancas.
FRAN
Cuántos pasos en falso he podido dar durante estos 25 años, desde que mi existencia se hizo material, desde que dejé de ser tan sólo un sueño para mis padres para convertirme en su realidad, en el epicentro a partir del cual construirían el resto de su vida. Fui feliz, pero, como todas las cosas, mi felicidad tuvo un final y creo que nunca llegué a saber a ciencia cierta la manera en que terminé del modo en que lo hice.
Me llamo Fran y fui un chico realmente dicharachero. Tuve todo cuanto quise y más aún, mas nunca me fue suficiente. Terminé el instituto y decidí licenciarme en Bellas Artes. Mi madre siempre me dijo que la carrera me venía que ni pintada, ya que siempre había sido un poco raro. Aunque nunca me lo dijo de esa manera, sus palabras eran las mismas cada vez que se mencionaba mi profesión: sensible y exquisito.
Tiene gracia la manera en que las personas le damos vueltas y más vueltas a cosas sencillas. Nos complicamos la vida intentando quedar bien con todo el mundo, tratando de ser amigo de todos y de gustarles a todos. A lo mejor ese fue mi error.
MIGUEL
Me llamo Miguel, aunque mis amigos me llaman Mike. Tengo 23 años y creo que no hay nadie más particular que yo, o quizá sí, pero aún no tengo la dicha de conocerle. Tuve una infancia sencilla en una familia proletaria. No me faltó de nada y de nada puedo quejarme, o quizá sí, pero nunca he tenido el valor de hacerlo. Mis padres no pudieron darme grandes lujos, mas sí mucho amor y seguridad.
Durante mi época en el instituto fui más o menos popular, aunque nunca me llegaron a importar ese tipo de cosas. La popularidad vino a mí por sí sola y yo le di refugio, ¿qué podría haber de malo en eso?
Fui afortunado de no nacer con un rostro y un cuerpo desgraciados. Casanova creo que era la palabra con la que mi padre, orgulloso, me describía. Y así fue, tuve a todas las chicas que cualquier adolescente con las hormonas disparadas puede tener. Como todo en la vida, eso cambió. Terminé por enamorarme de alguien inimaginable.
Un día, durante el mes de febrero, me encontraba caminando por los pasillos de la facultad de Bellas Artes y, en un momento en el que el silencio me arropaba, escuché unos sonidos que se me presentaron como leves susurros en un principio, pero que fueron in crescendo a medida que me aproximaba a su origen.
Al llegar me encontré con un chico de facciones frágiles, elegantes. Se quejaba en voz alta porque no conseguía encontrar la postura perfecta para la imagen de su cuadro. Se daba golpes con levedad en la cabeza utilizando su pincel, se le veía tenso. De repente se percató de mi presencia y sus movimientos violentos cesaron y su rostro se tornó avergonzado y sorprendido. Pasados unos minutos, sonrió y continuó como si allí no hubiera habido nadie. Yo seguí mi camino.
Pasados unos días, lo encontré otra vez en el mismo pasillo, mas ya no estaba tenso. Parecía apacible. Me saludó con un movimiento de cabeza a la par que se acercaba a donde estaba yo y se disculpó por su comportamiento del otro día, aunque yo le dije que seguramente yo habría hecho lo mismo si me hubieran interrumpido en un momento creativo. Me olvidé de mencionar que soy escultor. Empezamos a quedar y a compartir lo que hacíamos y, sin darme cuenta, me aferré a él de una manera especial. En principio pensé que era un “BROMANCE” pero, pasado algún tiempo, me di cuenta de que me había enamorado. Las cosas que pasaron posteriormente fueron inesperadas: empezamos a salir, nuestros familiares estaban encantados y realmente no sé qué pudo ir mal.
Fran siempre fue un poco oscuro y en un momento de debilidad y confesión me contó que le excitaba la idea del suicidio y que una vez quiso intentarlo, mas no tuvo el valor para llevarlo a cabo. Me sorprendió, no puedo negarlo. No le di más importancia, al fin y al cabo era un hecho pasado. Era peculiar y eso me encantaba.
FRAN
Debe de ser casi la hora, Miguel no debe de tardar mucho más en llegar. Hoy le voy a regalar un cuadro que terminé de pintar la tarde que le vi por primera vez. Todo ha sido felicidad desde que le conocí. Me ha hecho muy feliz y quiero que lo sepa, que no lo olvide, de esa manera no se culpará nunca por nada y en los momentos oscuros siempre tendrá un destello al que aferrarse. Todo está preparado. Es la hora del baño.
MIGUEL
¡Qué ansioso estoy, por favor! ¿Qué sorpresa me tendrá preparada Fran? Con él nunca se sabe. Su mayor virtud no es precisamente que sea un chico detallista. Por fin he llegado a su casa, sus padres no están. Uso la llave que me dio por nuestro primer aniversario. He de decir que no es detallista pero, cuando lo es, siempre me deja estupefacto. Entro y le llamo mientras camino por el pasillo con destino a su habitación. Me adentro en su mundo y, al no verle, me dirijo al baño. Empezar con una ducha desnudos promete una gran velada. Sexo y sorpresa. Perfecto.
Entro en el cuarto de baño. No puedo evitar llorar. Todo está iluminado con velas, en el suelo que bordea la bañera hay pétalos de rosas rojas y blancas. De fondo suena “ain’t no way” de Aretha Franklin. Y, en el centro de todo aquello, está él, sumergido en la bañera, y un cuadro yace a su lado. Me acerco a donde se encuentra, pleno de alegría, y le llamo. No obtengo respuesta….
No sé cuánto tiempo llevo sentado a su lado. Al verle inmóvil en la bañera le tomé la mano y me puse a su vera. Durante largo rato sentí cómo su cuerpo se enfriaba poco a poco, al mismo tiempo que mi corazón daba sus últimos alientos.
Cuando tuve las fuerzas para levantarme, cogí el cuadro y lo abracé con todas mis fuerzas. En una de las esquinas había una dedicatoria: “tú eras la imagen que tanto me costó pintar el día que nos conocimos. Eres mi mayor obra de arte. Gracias por hacerme feliz. Te amo”.
En ese momento mis ojos se secaron para siempre. Desde entonces no he vuelto a llorar. El dolor de su pérdida se bebió todas las lágrimas que tenía guardadas para toda una vida. Incluso ahora, después de tanto tiempo, su muerte sigue doliéndome. Creo que lo hizo todo a posta para que no lo olvidara nunca. Es que cuando Fran decidía sorprenderme, siempre me dejaba estupefacto.
24 may 2011
¿Marcha atrás?
Las náuseas, los vómitos, las patadas, tobillos hinchados… y un sin fin de cosas más. Me quedaban nueve meses por delante para hacerme a la idea de que iba a ser madre y de que mi vida ya no iba a volver a ser la misma.- “seguro que será maravilloso sentir cómo crece la vida dentro de mí” – me decía a mí misma mientras daba una infinidad de vueltas en mi cama. Pero quién iba a tragarse ese montón de mierda. Con 16 años es imposible disfrutar de algo así.
¡Joder, si es que hasta hace nada no me crecieron las tetas! Puedo acordarme del sufrimiento y lo humillada que me sentía cuando quedaba con mis amigas, las muy putas no paraban de decirme: “mira la pechos planos”.Malditas zorras, si supieran que nunca me han caído bien, pero no pueden enterarse, si no a ver a quién coño le dejó a mi hijo cuando quiera salir de fiesta. Eso es lo más importante, porque mi madre me ha dicho que apechugue, que ella no se va a quedar con mi hijo, que es un marrón mío que tengo que comerme solita por ser una inconsciente. Cuando me dio el coñazo con toda esa mierda, no podía dejar de llorar pensando en el Santi, el cabrón que me dejó en estado. La noche que le dije que estaba esperando un hijo suyo salió corriendo y nunca más he vuelto a saber de él. - “Es que no es lo mismo que hacerlo con condón” - me decía mientras yo yacía abierta de piernas esperando a que me echara un polvo. - “Que no se me pone dura” – llegó a decirme en otra ocasión.
Yo fui gilipollas por hacerle caso cuando me dijo que haría la marcha atrás. Me dejó mis partes como una calle donde acaba de nevar. Aunque bueno eso ya no importa a estas alturas, ahora únicamente tengo que concienciarme de que dentro de unas horas voy a sufrir como una perra.
“Tiene que dilatar un poquito más”- fueron las palabras de mi enfermera. Mientras me lo decía me entraban ganas de darle un par de ostias para que se callara. No paraba de llamarla zorra, creo que incluso se me escapó, porque desde ese momento dejó de ser tan amable como al principio.
Finalmente di a luz entre una multitud de gritos, insultos y sobre todo de sangre. Pensé que se me iba a ir la vida por el coño. Menos mal que no pasó nada más.
Ahora mientras tengo a mi hijo en mi regazo dándole de comer, siento que todo ha merecido la pena. La putada será que tendré que dejar de salir de fiesta, aunque bueno, nunca se sabe.
17 may 2011
Cimientos Ficticios.
2 may 2011
Silencios en la melodía del viento
19 abr 2011
Afrodita, libido y pasión.
27 mar 2011
Nanas que nunca fueron cantadas.
¿Alguna vez has sentido como todo tu mundo se detiene? O cómo las paredes se te echan encima reduciendo tu espacio vital a la nada, aplastándote y oprimiéndote hasta dejarte sin aliento, si lo has sentido, entonces sabrás de lo que te hablo.
Me llamo Fátima y tenía una vida perfecta, con el novio perfecto, la casa perfecta, en fin, todo era inmejorable e insustituible. Mi relación con él era la mejor, a veces cuando miraba su ojos del color de las avellanas, sentía que era mi alma gemela y, en ocasiones, un mirada bastaba para saber lo que pensábamos, éramos cómplices, amantes, un roto para un descocido. Así fue durante casi 14 años. Con el tiempo llegó nuestro primer hijo y ahí comenzaron los problemas.
El día que supo que estaba esperando un hijo suyo, su mundo se vino abajo, parecía como si le hubieran cortado las alas, su rostro se tornó triste y desconocido. Durante los siguientes nueve meses, casi no paraba por casa, no me miraba, ya ni siquiera me hacía el amor o me besaba y me decía cuanto me quería, como solía hacer antaño. Cuando por fin di a luz, no apareció por casa durante cinco días, y en el momento de hacer acto de presencia llegó borracho, mal encarado, con lágrimas en los ojos gritándome, diciéndome que por mi culpa todo su mundo y sus sueños, sus planes para nosotros se habían desintegrado, que yo terminé con nuestra relación perfecta en nuestro mundo perfecto. Eso no fue lo peor que sucedió esa noche.
Logró dormirse y yo conseguí tener la esperanza de que con el tiempo cambiaría de opinión, que cuando contemplara el fruto de nuestro amor, se arrepentiría y todo regresaría a la normalidad, ¡que ilusa fui!
Esa misma noche, cuando todos descansábamos, y digo todos porque mi madre se instaló en casa para quedarse una larga temporada, él se despertó y se llevó a mi bebé. Ninguno nos dimos cuenta de en qué momento pudo hacerlo y tampoco llegamos a imaginar, ni tan siquiera, que pudiera moverse con semejante estado de embriaguez. A la mañana siguiente, cuando me desperté a darle un beso a mi hijo y alimentarle, descubrí su cuna vacía, aunque todas sus cositas aún estaban en la habitación. Mi corazón me gritaba angustiado.
Corrí a la habitación de mi madre, pensando que igual ella lo tendría, intentado desde su primer mes que la primera palabra que dijera fuese “abuela”. Ella no lo tenía. Bajé las escaleras tan rápido como me permitieron los puntos de la cesárea y entre en el salón como alma que lleva el diablo, y donde anoche mi marido yacía dormido, ahora solo quedaba la peste a sudor y whisky.
Desde entonces no hay día ni noche en la que no piense en mi bebé, en lo grande que debe de estar ya, es lo normal cuando se cumplen 15 años. Seguro que es todo un hombrecito. Nunca he querido ni podido imaginarme que no llegó a su primer mes de vida, cómo habría podido hacerlo, hubiese muerto de agonía. La policía los buscó durante casi 9 años, pero finalmente se rindieron y a mí ya no me quedaban fuerzas, creo que inconscientemente sabía a lo que atenerme y por eso deje de luchar, aunque como dije antes, nunca lo acepte.
Creo que ya es hora de dejar de escribir, debe de ser muy tarde porque han apagado las luces mas quién las necesita cuando se lleva inscrita la historia en la memoria. Siempre quise decir algún día extremadamente feliz que la vida era tan maravillosa que no parecía la vida. Nunca pude.
24 mar 2011
Grandilocuencia.
18 mar 2011
Ciega Soledad.
Jearci Brown
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